La primera constancia que poseemos sobre Canarias nos llega de el Rey de Mauritania Juba II en el 6 D.C. en su obra Fortunatae Insulae escrita de su puño y letra perdida en el tiempo posiblemente destruida en el incendio de la Biblioteca de Alejandría pero recuperada siglos más tarde por Plinio el Viejo.
Dió Juba II a Canarias estos nombres Nivaria a Tenerife, Canaria con Gran Canaria ,Ombrios La Palma, Pluvalia Lanzarote, Capraria Fuerteventura, Iunonia Maior La Gomera y Iunonia Minor El Hierro.
En la mitología griega, las Hespérides eran las ninfas que cuidaban un maravilloso jardín en un lejano rincón del occidente, que la tradición mayoritaria situaba cerca de la cordillera del Atlas en el Norte de África al borde del Océano que circundaba el mundo.
Algunos autores griegos situaban, varios siglos antes de Cristo, al mítico Jardín de las Hespérides en las islas Canarias.
Busto de Ptolomeo de Mauritania, c. 30–40, Museo del Louvre, encontrado en el yacimiento de Iol Caesarea, capital del reino de Mauritania.
La orchilla
Esta minúscula planta se encontraban en grandes cantidades, pero en lugares de difícil acceso como son los acantilados. Bajo un difícil tratamiento, esta planta dejaba un tinte color púrpura muy apreciado en la roma antigua para la elaboración de los uniformes romanos y vestimentas para las clases sociales más adineradas. Muchos fueron los esclavos abandonados en las islas los cuales procedían en su mayor parte del norte de África . Para la elaboración de este tinte era necesario gran cantidad de leña y de agua, siendo las islas más occidentales como Tenerife, El Hierro, La Gomera y La Palma los lugares preferidos para su elaboración. En El Hierro continúa hoy en día la localidad de Orchilla del Municipio del Pinar. Esta elaboración tuvo su mayor auge entre 1400 y 1425 exportándose a Italia y casi todo el Mediterráneo. Dicha elaboración continuó hasta el siglo XVIII cuando Chile y Perú comenzaron la elaboración con otros tintes más económicos.



Tuvieron que pasar siglos para que las islas Canarias volvieran a tomar importancia sobre todo en Europa.
El primer plano conocido en la edad moderna sobre Canarias y en especial La Palma data del año 1341. Descubierto por Sebastiano Ciampi en 1827 dichos documentos encuentran custodiados en la Biblioteca de los Magliabecchi de Florencia. El texto dice así: El 1 de Julio de 1341 Nicolosso Da Reco zarpa de Lisboa acompañado por tres naves flota perteneciente a Alfonso IV. Tras cinco día de travesía llegan a Lanzarote, isla la cual es más extensa en documentación junto con Gran Canaria. El resto de las islas las describe muy brevemente (La Palma – imponente y nublada). El joven Genovés estuvo en nuestras islas durante cuatro meses.

Tras cuatro meses datando cada una de las islas, Nicoloso da Recco regresa a Portugal donde redacta los documentos más antiguos que se conocen sobre los aborígenes, flora y fauna de las Islas Canarias.
Custodiadas en la Biblioteca de los Magliabecchi de Florencia, dichos documentos llegaron a manos de Franciscanos Mallorquines y Catalanes quienes en su afán de conocer nuevos mundos visitaron las islas fundando el primer Obispado de las Islas de la Fortuna también llamado Obispado de Telde en la isla de Gran Canaria.
Hoy extinto, fue erigido por Clemente VI el 7 de noviembre de 1351 teniendo como prior la evangelización de Canarias.
Poco duró aquella idea, pues 42 años después de su fundación una gran trifulca con los aborígenes desembocó en el martirio de trece misioneros eremitas catalanes que fueron arrojados en la sima de Jinámar en 1393.
Sabemos por documentos descubiertos en la Biblioteca del Vaticano que visitaron todas las islas y que fueron “supuestamente” los responsables de traer a la imagen Mariana de Las Nieves declarada Patrona Insular cien años después.

No es hasta el año 1402 cuando Canarias comienza a poseer relevancia documentada con la visita del Normando Jean de Bethencourt y su socio Gadifer de la Salle.
Partiendo del puerto de Cádiz junto a 63 expedicionarios, el barón normando se instaló primeramente en la isla de Lanzarote pasando posteriormente a Fuerteventura donde funda la primera ciudad Canaria de Betancuria.
Betancuria fue la antigua capital de Fuerteventura fundada en 1404 sede de diversos órganos gubernativos, religiosos y administrativos siendo el Convento Franciscano de San Buenaventura erigido en 1416 el de más relevancia de la época pues allí se instalaron los primeros Franciscanos de Canarias responsables de datar nuevamente cada isla y sus gentes.
Fray Juan de Baeza primer obispo de Canarias hizo reflejar en el libro Le Canarien la histórica hazaña de Bethencourt y La Salle donde detalla brevemente las dos incursiones que se hicieron en la isla de La Palma en 1402 y en 1404.
Le Canarien se divide en dos partes la realizada por Betancourt custodia en la Bibliothèque Municipale de Rouen y el Códice Egerton obra de La Salle en la British Library de Londres.


La conquista de la Islas Canarias se dividen en dos fases, conquista señorial y conquista realenga.
La conquista señorial era asumida por economía privada y sus ocupaciones y logros iban encaminada a aquellos que contribuyeron económicamente.
La conquistas realengas eran sufragadas por la corona y los logros recaen íntegramente en ella.
Las islas realengas fueron Gran Canaria, Tenerife y La Palma y las señoriales Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro.
imagen wikipedia.

1447, Guillén Peraza hijo desembarca en las playas de Puerto Naos acompañado de 500 hombres con el fin de conquistar y hacer esclavos. Comandante castellano, hijo de Hernán Peraza el Viejo y de Inés de las Casas, heredera de Guillén de las Casas. Por su herencia les correspondía el derecho de conquista de Canarias. Como tal, participó en la conquista señorial de las islas Canarias. Guillén Peraza fue el primer comandante castellano que muere en un enfrentamiento en las Islas Canarias, en la isla de La Palma, durante un asalto infructuoso al Menceyato reino de Aceró situado en la Caldera de Taburiente. Sobre su muerte se escribió una endecha.
